Puro «Vértigo» [Por Juan Mané]

François Truffaut conversa con Alfred Hitchcock: «A. H: La señorita Novak llegó al estudio con Ja cabeza llena de ideas que, decididamente, yo no podía compartir. Nunca discuto con los actores durante el rodaje, para no implicar a los eléctricos...»«F T: Estos problemas previos le hacen ser injusto con el resultado, pues le aseguro que a todo el mundo que admira Vértigo le gusta también el trabajo de Kim Novak en este film. No se ve todos los días una actriz americana tan carnal en la pantalla. Cuando la volvemos a encontrar en la calle, en el papel de Judy con su cabellera rojiza, resulta un hermoso animal debido al maquillaje y quizás también porque bajo el jersey no lleva su¡etador». «A H: En efecto, no lo lleva, y, además, es una cosa de la que ella se jacta constantemente». Desde supuestos estrictamente literarios, la novela de Boileau y Narcejac ofrece un interés relativo. La acción transcurre en Francia y el protagonista no sufre ningún tipo de vértigo. De hecho, Hitchcock y sus guionistas modificaron muchos aspectos de la historia, y sobre todo el final. El arranque de la novela contiene el perfume de la intriga: «Pues bien, quisiera que vigilaras a mi esposa». «¡Diablos! ¿Te engaña?».

Los guionistas fueron Alec Coppel y Samuel Tavior, la fotografía en Technicolor de Robert Burks y la música de Bernard Herrmann. «Hasta que se lo reveló François Truffaut años más tarde, Hitchcock no supo que el dúo Boileau-Narcajac había escrito De entre los muertos a su medida y con objeto de suscitar su interés en la versión cinematográfica». (Javier Coma, «Diccionario de films míticos», 1993).Tampoco era muy relevante la novela que inspiró a Orson Welles «La dama de Shangai» (1947), de Sherwood King. Más bien fue Rita Hayworth la qué le inspiró. Welles necesitaba con urgencia 50.000 dólares para la versión teatral de La vuelta al mundo en 80 días (Julio Verne/Michael Anderson) y llamó al productor Harry Cohn a Hollywood. Le dijo:«Tengo un gran argumento para ti si me envías 50.000 dólares por giro telegráfico en una hora. Te firmaré el contrato para hacer la película. «¿Qué argumento?» quiso saber Cohn. Yo estaba telefoneando desde una cabina pública cerca de un kiosco de periódicos que ofrecía novelas baratas. Leí el título de una de ellas, «La dama de Shangai», y le dije: «Compra los derechos de la novela y te haré la película». Una hora más tarde recibía el dinero. Con «Sed de Mal» («Touch of Evil», 1958), Welles hizo otro tanto y logró otra obra maestra absoluta con la ayuda de Charlton Heston y Janet Leigh.

 
 
Mítico viaje a las pesadillas [Por Sergio López (Bogotá)]

Los pájaros de Mr. Hitchcock. Que la vida siempre tiene una lección parece ser la consigna de esta magnífica joya del séptimo arte, a medio camino entre una comedia romántica y una fábula de horror propia del cine gore, o si no que lo diga la escena del descubrimiento de ese cadáver sin ojos por la insegura y posesiva madre del protagonista, la magnífica Jessica Tandy. La bella Melanie Daniels, niña bien acostumbrada a obtener todo lo que sus ojos caprichosos observan, cree salirse con la suya al perseguir de manera juguetona al galán de la cinta (Rod Taylor) llevando como pretexto un canario enjaulado hasta Bodega Bay, mítico lugar de los cinéfilos, cercano al motel Bates por esa amenaza latente que luego se hace evidente con la irrupción de esa orda de pájaros vengadores quienes parecen reclamar su derecho a la verdad sobre la mentira de los hombres. Aquellos cuervos que se posan uno a uno sobre las barras de aquel parque hasta convertirse en un horrible enjambre casi irreal tanto en su composición como en su sonido y en donde la ya consciente Melanie (Tippi Hedren), sabe que ha llegado el momento de la verdad. La dura llegada de la madurez ha reemplazado la sonrisa postiza y el gesto coqueto por el de una superviviente da las terribles fuerzas de la naturaleza a veces desconocidas. No quería despedir este siglo sin hablar de una de las mejores muestras del cine como arte y como reflexión de nuestro tiempo.