Palpatine, un modesto senador, empezó su camino hacia el poder durante este período de injusticia social y corrupción. Palpatine era discreto y, a pesar de ser considerado una promesa por su carrera, era inefectivo en el Senado. Sus métodos minuciosos y afanosos parecían contrarios a los cambios mercuriales de poder y de agendas del colapsado Senado.
Palpatine no se aprovechó de las oportunidades de conseguir un puesto en los consejos importantes y en los comités poderosos. Se le consideraba un buen observador, pero era contrario a compartir sus observaciones a no ser que sus colegas le presionaran. El senador ascendió poco a poco, entorpecido por una aparente falta de ambición. Su único logro destacable era una remarcable ausencia de enemigos, atribuida tanto a su debilidad en el Senado como a su personalidad poco imponente. Pero todo era un engaño, ya que Palpatine era más de lo que aparentaba ser. Mucho más. La desintegración del Senado prosiguió, arrastrando toda la República.
En los mundos que la constituían, el enfado de la población era un problema diario y el crimen florecía. Algunos mundos amenazaron con secesionarse. Otros juraban lealtad y hacían lo que querían. Los senadores fieles eran conscientes del peligro para la República y todo lo que esta significaba. Los corruptos veían la necesidad de una cierta estabilidad, aunque sólo fuera para preservar la mayor parte posible de la República para seguir explotándola. Había un espacio vacío y tenía que llenarse.
El Senador Palpatine intuyó que había llegado el momento. Gracias al fraude, las promesas inteligentes y las maniobras políticas astutas, Palpatine hizo que le eligieran jefe del Consejo Senatorial: Presidente de la República. Lo que animó a los senadores leales fue que Palpatine no tomó partido por los corruptos durante su mandato, mientras que estos últimos pensaron en la aparente docilidad de Palpatine. Ambos grupos pensaron que Palpatine serviría a sus propósitos. Ambos grupos no podían estar más equivocados. |
El nuevo Presidente superó todas las expectaciones. En medio del caos, el que fuera un senador sin importancia hizo que las ruedas del gobierno se pusiesen a funcionar después de tantos retrasos. Demostró ser un líder eficiente, restaurando muchas de las funciones que se habían detenido durante los años de decadencia. Su poder suplantó al del Senado, sólo en esas funciones. Pero en cuanto el Senado centró la mayor parte de su atención a sus enfrentamientos internos, se delegaron en Palpatine más y más funciones de gobierno.
Los senadores de las diferentes facciones se encontraron con que habían establecido deudas políticas con Palpatine. El Presidente era el único integrante de la República que parecía capaz de conseguir que se hicieran las cosas. El poder de Palpatine creció. Y un número cada vez mayor de mundos, aceptaron al Presidente como la voz de la República.
Fue en este clima de confianza en el que Palpatine declaró el Nuevo Orden y se autoproclamó Emperador. Evocando con maestría imágenes de la gloria de antiguos imperios, así como prometiendo guiar la galaxia, Palpatine alcanzó el poder absoluto sin ninguna oposición real. Cuando los senadores se dieron cuenta de lo que había pasado, estaban demasiado débiles a causa de sus luchas internas para poder montar una oposición efectiva. Los que mostraron su descontento públicamente fueron silenciados. A los que eran considerados peligrosos se les volvía inofensivos con los medios que fueran necesarios. La oscuridad y la tiranía se extendió lentamente pero sin interrupciones, desplegándose por más y más mundos antes de que nadie se diera cuenta del peligro.
El Imperio había nacido.
Palpatine prometió erradicar la corrupción y la injusticia social del anterior gobierno galáctico. En vez de esto, dio a la gente un programa cuyo objetivo principal era subyugar el mayor número de gobiernos planetarios de la galaxia posible para el beneficio personal y la gloria del Emperador. Renegó de sus promesas e instauró un reinado de terror y de aún mayor injusticia social.
La Vieja República se había consumido, y de su podrido cadáver surgió el Nuevo Orden.
'El recién proclamado Emperador Palpatine, junto con Darth Vader y el teniente Tarkin, se asoman desde la nave en órbita alrededor de lo que fue la capital de la República, Coruscant, y contemplan a la recién constituida y por primera vez reunida Flota Imperial. (Nota: Hay cientos de naves, muchas de ellas Destructores de la clase Victoria, los de la Clase Imperial no existían entonces). Todos gritan al unisodo: Larga vida al Imperio!!!!'.
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Penúltima escena de un guión, escrito en 1.983, que debía de servir como borrador para SW-III, última parte de la siguiente trilogía que se pensaba realizar algún día.
... La Fuerza es intensa en esta parte de la galaxia... |