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¿QUÉ ES UN DIRECTOR DE FOTOGRAFÍA?

Por Santi Gallego
(2/2)
 

La labor de un buen director de fotografía también queda reflejada en la recreación de otras épocas, lo que requiere un trabajo minucioso de reconstrucción histórica (en estrecha colaboración con el diseñador de producción, el director artístico y el diseñador de vestuario), no se trata sólo de decorados, sino que la película debe sugerir en el espectador la impresión visual de que nos encontramos en el pasado. Para ello se recurre a la visión de fotografías o pinturas de la época que orientan el "look" visual que tendrá la película. En efecto, un buen director de fotografía ha de tener cierto gusto por el Arte y conocer la Historia de la Pintura, pues en ella puede hallar inspiración para su creación, tanto en ambientaciones y texturas de la luz, como en el sentido de la composición.

Una buena fotografía no es solamente una fotografía de una película rodada en escenarios naturales, con paisajes de postalita, sin fuerza ninguna, existen otros aspectos que influyen a la hora de valorar la dificultad y el grado de riesgo de un auténtico creador y experimentador. Por ejemplo, John Seale, no fue nominado al Oscar en 1988 por "Gorilas en la Niebla" (Michael Apted) que teóricamente podía prestarse a ello (en realidad se trataba de un trabajo algo rutinario por parte de su creador) y sí lo fue, en ese mismo año, por "Rain Man" (Barry Levinson) mucho más urbana, pero de mayor calidad; ello no significa que no sea una ventaja para poder realizar una gran fotografía tener un buen escenario natural delante de tu cámara, lo es, pero no lo es todo, ni mucho menos. Se valora enormemente la adecuación de la fotografía a lo que se está narrando, si se está contando una historia realista, contemporánea y urbana (como son el noventa por ciento de las películas de ahora) se tiene poco margen de maniobra, pero se debe intentar ser original sin romper el tono realista, la unidad cromática al servicio de la historia y el mismo "look" a lo largo de todo el metraje, no ir cambiando en función de conseguir determinados logros estéticos que pueden quedar mal y resultar excesivamente esteticistas. Ahí tienes el ejemplo de grandes trabajos contemporáneos en este sentido, en historias que sobre el papel no daban mucho juego, como los de Roger Deakins en "Fargo" (Joel Coen, 1996), Don Burgess en "Forrest Gump" (Robert Zemeckis, 1994), Piotr Sobocinski en "Tres Colores: Rojo" (Krzysztof Kieslowski, 1994), Michael Chapman en "El Fugitivo" (Andrew Davis, 1993), el genial Conrad L. Hall en "American Beauty" (Sam Mendes, 1999), "A Civil Action" (Steven Zaillian, 1998), "En Busca de Bobby Fisher" (Steven Zaillian, 1993) y en "Conexión Tequila" (Robert Towne, 1988), Robert Richardson en "JFK" (Oliver Stone, 1991) y en "Nacido el 4 de Julio" (Oliver Stone, 1988), Stephen Goldblatt en "El Príncipe de las Mareas" (Barbra Streisand, 1991), o Michael Ballhaus en "Los Fabulosos Baker Boys" (Steve Kloves, 1989) y en "Al Filo de la Noticia" (James L. Brooks, 1987).

Quiero pedir disculpas por mi desconocimiento del panorama español de directores de fotografía, por lo tanto, evitaré hablar de lo que ignoro. La mayoría de mis referencias serán para creadores extranjeros, con la obvia salvedad del gran Néstor Almendros, que desarrolló su obra fuera de nuestras fronteras, consiguiendo un Oscar en 1978 por "Días del Cielo" (Terrence Malick, 1978) y tres nominaciones. No obstante, deseo mencionar el enorme respeto que me merecen Luis Cuadrado, Javier Aguirresarobe, José Luis Alcaine y el recientemente fallecido Teo Escamilla.

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