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UN POCO DE HISTORIA

Por Santi Gallego
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Menos importantes, pero también interesantes, me parecen los trabajos del inglés Oswald Morris, sobre todo en "El Violinista en el Tejado" (Norman Jewison, 1971). Algunos de estos creadores tuvieron que enfrentarse a las presiones y reticencias del sindicato americano de directores de fotografía (el famoso A.S.C que acompaña siempre en los títulos de crédito al autor de la fotografía, en caso de pertenecer a este selecto gremio) que les puso numerosas trabas para poder establecerse y trabajar libremente en ese país. No olvidemos que para firmar la fotografía de una película de una de las productoras grandes hay que estar sindicado, y para pertenecer al sindicato hay que pasar un proceso de selección, en el cual un director de fotografía veterano te presenta en la Asociación, junto a tus mejores trabajos, y ésta se encarga de evaluar tu obra y considerar si tu talento está a la altura de pertenecer a la selecta A.S.C.

En cuanto al grupo de jóvenes talentos norteamericanos, quiero señalar a Owen Roizman (habitual de Sidney Pollack) que despuntó con obras tan arriesgadas como "French Connection" (William Friedkin, 1971) (con esa fotografía "sucia" que encaja perfectamente con lo que Friedkin estaba narrando), "Pelham 1, 2, 3" (Joseph Sargent, 1974), o tan europeas como "El Exorcista" (William Friedkin, 1973) (acompañado en las secuencias de las excavaciones por el inglés Billy Williams que ya había realizado un gran trabajo en "Mujeres Enamoradas" (Ken Russell, 1970)) y otras tan conseguidas como "Network, un mundo implacable" (Sidney Lumet, 1976). Junto a Roizman, que sigue trabajando esporádicamente en la actualidad (su último gran trabajo ha sido "Wyatt Earp" (Lawrence Kasdan, 1994)), destacan los nombres de Michael Chapman que desplegaba ya su talento en "El último deber" (Hal Ashby, 1973), "White Dawn" (Philip Kaufman, 1974), "La Tapadera" (Martin Ritt, 1976), y "Taxi Driver" (Martin Scorsese, 1976) o "La Invasión de los Ultracuerpos" (Philip Kaufman, 1978), John A. Alonzo con la magistral "Chinatown" (John Huston, 1974) y otros ejercicios interesantes en "Mamá Sangrienta" (Roger Corman, 1970), "Sounder" (Martin Ritt, 1972), "Conrack" (Martin Ritt, 1974), "Dos Pillos y una herencia" (Mike Nichols, 1975), "Adiós Muñeca" (Dick Richards, 1975), "Norma Rae" (Martin Ritt, 1979) o "Scarface, el precio del poder" (Brian de Palma, 1983). Bill Butler con notables conquistas en "Llueve sobre mi corazón" (Francis Ford Coppola, 1969), "La Conversación" (Francis Ford Coppola, 1974), "Alguien voló sobre el nido del cuco" (Milos Forman, 1975), y "Tiburón" (Steven Spielberg, 1975), y Caleb Deschanel que ya empezaba a despuntar (aunque lo mejor de su carrera está en los ochenta) con "Una mujer bajo la influencia" (John Cassavetes, 1974) y "Bienvenido Mr. Chance" (Hal Ashby, 1979). Pero sobre todo Gordon Willis (el príncipe de la subexposición), del que ya he hablado en su etapa con Woody Allen, destacaría de ella en los setenta (a parte de los trabajos ya mencionados) "Annie Hall" (1977) e "Interiores" (1978); de su asociación con Alan J. Pakula nacería su primer gran trabajo "Klute" (1971), junto a otros deslumbrantes en "El último testigo" (1974), "Todos lo hombres del Presidente" (1976) y "Llega un jinete libre y salvaje" (1978); y son obras suyas nada menos que las tres partes de la saga de "El Padrino", también de estos años me quedo con "Vida de estudiante" (James Bridges, 1973), y con otro "western" colosalmente fotografiado, "Bad Company" (Robert Benton, 1972). A pesar de ser considerado por muchos de sus colegas el mejor director de fotografía en activo, Willis jamás ha ganado un Oscar, y tan sólo fue nominado en dos ocasiones, en 1983 por "Zelig" (Woody Allen) y en 1990 por "El Padrino III" (Francis Ford Coppola). Incluiría en esta lista al norteamericano de ascendencia japonesa Tak Fujimoto, que es el habitual director de fotografía de Jonathan Demme con el que ha realizado trabajos tan inspirados como el de "Melvin y Howard" (1980), aunque para mí su mejor obra la consiguió junto a Terrence Malick en "Malas Tierras" (1973), y su ultimísimo y soberbio trabajo (tal vez el mejor de su ya larga carrera) en "El Sexto Sentido" (M. Night Shyamalan, 1999).

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