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ANÉCDOTAS DE LOS ESPECIALISTAS
Por Roberto Sáez

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Cinemaníacos ha contactado con un especialista de cine profesional que desarrolla su actividad en España. Estas son algunas de sus anécdotas:

 

Pincha aquí para abrir la página personal de RoberSoy Roberto Sáez, especialista de cine y televisión, y voy a contar como viví una de mis actuaciones.

 

Pincha aquí para ver la imagen aumentada28 de agosto de 2001, Martes. Teníamos un doble atropello. El de Diego primero y luego el mío. Diego rodó por encima del coche sin romper el cristal, había sido muy bueno, todos aplaudimos. Ya no podía hacerlo porque sería repetir el mismo atropello con otra persona diferente. Para mejorarlo se decidió que yo rompiera el cristal, y que saliera despedido hacía delante contra unos cubos y luego un seto, tenía que ser mejor que el primer atropello. Angel confiaba en mí como dijo al preparar la acción. La acción iba a ser fuerte pues yo mismo le había pedido a Angel que fuese rápido. El listón había quedado muy alto. Tenía las protecciones puestas desde casi el principio, como acostumbro a hacer. Antes de la acción calenté bien el cuello, un poco los hombros. Queríamos que fuese espectacular. En el último momento Angel me preguntó qué pensaba hacer. Le respondí: -No lo sé, pero lo voy a hacer-. Lo que más me preocupaba era quedar en cuadro. Lo único en que pensaba es que me iba a tirar de plano contra el coche, directo contra el cristal, había que romper la luna delantera. Faltaba poco. Angel me dio una bolsa para hacer más natural la acción. Ya estaba todo listo, las acciones marcadas, el ruido del motor del coche era mi marca, entonces tenía que saltar.

Segundos antes me quedé en blanco, no me encontraba seguro del todo, me faltaba una última motivación. Por la enfermería o por la puerta grande, iba a destrozar ese coche, había mucha gente deseando verlo, si lo haces vales, si no, no. En esos momentos, ya no se piensa voluntariamente. El coche ya estaba a la altura prevista y me giré, salté de frente y volví a girar ahora ya encima del coche casi sin tocarlo directo contra el cristal. Yo notaba que mi mente iba haciendo lo que debía con mi cuerpo. Sólo me quedaba esperar. Impacté fuerte contra la luna, a lo mejor ésta me permitiría ascender al techo, pero no. La metí para dentro así como el techo. El cuello y la cabeza estaban en la zona de impacto. Metí la barbilla como tenemos aprendido, no fue un acto voluntario. Noté el fuerte golpe de mi cuerpo entero de plano contra el coche, que me aturdió. Estaba casi dentro del coche. Había salido despedido hacía adelante y caído donde estaba previsto, un último giro y quedé boca arriba en el seto dentro de cuadro. Me dolía la cabeza. Pensé que me había pasado de la raya. Reaccioné pronto, un poco aturdido me levanté para indicar que no me había pasado nada, y oí los aplausos. Son como alas que te levantan.

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