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... Ví que me caía sangre de la pierna sobre la bota, la ignoré. Alguien se apercibió y me llevo hacía la ambulancia. Yo iba dejando un reguero pero había otro por delante de mí. Donde la ambulancia no había personal sanitario, estaba Angel esperando con una herida en la mano. Se la había aplastado contra el cristal. Entonces me vi la herida en la pantorrilla y me impresionó. Un centímetro de ancho por cinco de largo. La sangre manaba profusamente, me mareé y me tuve que sentar. Por fin nos atendieron, ya me calme y pedí mis cosas, teníamos que ir los dos al hospital a suturar. Acabamos el trabajo por la tarde. Llegué a casa con buen aspecto, sucio por el maquillaje, me lavé la herida, me duche, conté a Emilia lo que me había pasado, me animó y nos fuimos a dormir. Al día siguiente supe que la herida no había sido para tanto, me levante dolorido en general y con bastantes cardenales por la paliza, uno de ellos en la parte alta de la espalda y un chichón en la nuca. Como me dolía la cabeza, me tome una aspirina y me fui trabajar. Hablé con Angel y él tenía puntos en la mano pero me dijo que no era para preocuparse. Poco a poco se me fueron quitando las molestias. Quedó una acción de la que me siento orgulloso, difícil de repetir y que puede mejorarse por el riesgo que corrió la cabeza y la espalda. La luna quedo arrancada. En el techo del coche se puede ver el abollón que hicieron cuello y cabeza según la grabación. Tuve agujetas en el cuello de la reacción muscular para controlar la barbilla. Si no fuera por el entrenamiento y por la confianza en tu compañero esto no se podría hacer.
PREGUNTA A LOS ESPECIALISTAS DE CINE:
La respuesta del profesional:
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