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Digitales o no: donde esté una buena historia...

por Jaime Bartolomé
 

Vengo siguiendo con interés la polémica que parece haberse formado en torno a las nuevas tecnologías de proyección/ grabación cinematográficas y, en concreto, sobre las repercusiones que el uso de nuevos formatos como el HD Cam (para grabación) o el LDP (para proyección) pueden tener en un futuro... y, especialmente, me llama la atención la discusión sobre si eso es "cine" o no. Pues bien, quizás pueda sonar un poco raro pero creo que lo único que tiene en común el cine de Chaplin o Grifith con lo que hoy en dia denominamos cine tiene muy poco que ver con texturas, número de fotogramas, formato de pantalla y, mucho menos, celuloide o tamaño de proyección... Lo único que comparte un Buñuel con un Joel Coen o un Tim Burton es la pasión por contar historias, el intento -a veces desesperado- por hacer reir, llorar o temblar -en definitva soñar- a un montón de gente que, sentada en una sala a oscuras, ha decidido entregarse por completo a los caprichos -a veces extravagantes y muchas veces insoportablemente aburridos- de un equipo de gente que, comandados por un director, tratan de convertir un tocho de doscientas hojas en una película. Por lo tanto, discutir si el cine es cine o no en función del número de pixels, las ratios de contraste, la latitud de los sistemas me parece un interesante debate técnico -todos queremos tener las mejores herramientas para contar historias: de eso no cabe duda- pero no creo que el cine dejase de ser cine cuando se hizo sonoro. Ni creo que el cine dejase de ser cine cuando se inventaron las emulsiones en color, el sónido stereo, el dolby digital, los efectos especiales y, mucho menos, cuando se descubre que hay un nuevo soporte digital capaz de ofrecer resoulciones insospechadas hasta ahora y de soportar impecablemente la proyección en pantalla grande... Esto no quiere decir que deban desaparecer el 35mm y las emulsiones cinematográficas. Ni quiere decir que el espectador pierda la posibilidad de elegir entre uno u otro formato de proyección. Al igual que hay gente que rueda en blanco y negro, con o sin efectos especiales y con el sonido en las diferentes escalas de los sistemas que Dolby tiene hoy en dia a disposición de cualquier creador, el dia de mañana nadie estará obligado a rodar/ver cine en High Definition así como nadie está hoy obligado a ver cine con o sin efectos especiales. Lo que la irrupción de los nuevos formatos quiere decir es que, de ahora en adelante, cuando un chaval de veintipocos años quiera rodar su primer largometraje no va a tener que desmbolsar necesariamente más de 40 millones de pesetas en gastos de laboratorio y negativo. Quiere decir que, en según que tipo de historias, el director no va a tener que dar por buena la tercera toma porque lleva gastadas más latas de la cuenta. Quiere decir también que si uno quiere hacer locuras con el color -echenle un vistazo a "O brother" de los hermanos Coen: todo el negativo fue transferido a HD, el color se corrigió en ese formato y luego se volvió a copiar a 35mm- se pueden hacer teniendo como únicos limites la propia imaginación... y, por último, quiere decir que en lugar de tener una sola herramienta para contar historias vamos a tener dos y, por lo tanto, la posibildad de elegir. ¿No es esto estupendo? Claro que a todos nos gusta el run-run de los viejos proyectores y claro que todos seguimos hablando del celuloide y de las palomitas... Lo que pasa es que creo que conviene no olvidar que lo que realmente nos ha hecho soñar a todos durante años no son los fotogramas, ni las texturas, ni las latitudes: son las historias, los personajes y sus desventuras los que nos mantienen sentados en una butaca durante hora y media. Si no fuese así, seríamos todos video-artistas y creo que ninguno queremos acabar siendo tal cosa... Jaime Bartolomé.

Jaime Bartolomé es director de cine, colaborador de Cinemaníacos. Tras estudiar en España y Los Ángeles (California), trabaja activamente en la docencia y como guionista/director.

 
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